Ciudadanía segura en las ciudades del futuro.
Los avances tecnológicos están modificando toda clase de relaciones sociales, laborales, comerciales, educativas, conductuales, empresariales, familiares, escolares y si siguiéramos, la lista sería inagotable.
El desafío que imponen las tecnologías y la transformación digital a la construcción de un entorno seguro y en paz tiene diversas aristas que dan para muchos análisis. Una línea de abordaje es desde las emociones.
El miedo, la ansiedad o esa sensación de inseguridad responde a múltiples factores. Se dice que el miedo activa los sensores de defensa o sobrevivencia ante el peligro y es una emoción inherente al ser humano. En la dimensión colectiva, la cultura del miedo se presenta como construcción social, al confluir hechos concretos, percepciones e interpretaciones de sucesos reales, catástrofes, guerras, cambio climático, desigualdad, conflictos entre naciones o pandemias. Ulrich Beck, sociólogo alemán en la Sociedad del Riesgo afirma que el miedo se globalizó al grado que la percepción del riesgo está amplificada. En la dimensión colectiva, la paz, las posibilidades de éxito o la seguridad son percibidas con alto grado de pesimismo.
En México, la Encuesta Nacional de Seguridad Pública (INEGI, 2022) revela que 64% de la población mayor de 18 años se considera insegura en la ciudad donde vive. Y con razón, 22 millones de mexicanos dijeron ser víctimas de algún delito. Más mujeres (69.9%) que hombres (57.4%) dijeron sentirse inseguros. La sensación de inseguridad es mayor en espacios físicos como cajeros automáticos localizados en la vía pública (73.6%); transporte público (67.4%); banco (58.5%) y en las calles que habitualmente usa (57.4%). Pese a ello, llama la atención que la expectativa de seguridad en el futuro mejorará en opinión del 21.9% de los encuestados.
Peter Diamandis y Steven Kotler en Abundance. The Future Is Better Than You Think sostienen que el miedo y la mentalidad colectiva del pesimismo se nutren de varias fuentes más allá de los hechos. Así, las comunicaciones y noticias deliberadamente negativas; narrativas de predicciones pesimistas que pregonan desastres y tiempos oscuros al final de todo. Sin embargo, los citados autores afirman que, en cambio, estamos en una era donde la vida no había sido mejor y el futuro puede ser aún mejor y más seguro.
La facilidad para comunicarse sin importar las distancias es contundente, de bajo costo y amplio acceso entre la población mundial. El mundo hipervinculado abre múltiples posibilidades a “la resolución de problemas desde cualquier lugar y en todas partes”. Las tecnologías pueden volver algo escaso en abundante, eso incluye la seguridad. Y ahí tenemos los crecientes desarrollos de aplicaciones de reconocimiento facial, sistemas de videovigilancia en el transporte público, sistemas digitales de mapeo de delitos y violencia, botón de pánico, monitoreo por drones, varios de los cuales operan ya en las smart cities.
Las ciudades del futuro o ciudades inteligentes, equipadas tecnológicamente, con adecuada planeación urbana, movilidad, conectividad y sustentabilidad representan posibilidades cercanas a la construcción de entornos de seguridad y paz.
Se espera que la inteligencia artificial, la robótica, los nanomateriales, los sensores, la biología sintética, la impresión en 3D, por mencionar algunos, impacten favorablemente en la esperanza de vida, la economía inclusiva y equitativamente distribuida, la reducción de costos por la alimentación, salud y educación, el acceso exponencial a benefactores, dando sentido a la promesa de una ciudadanía segura y con mejor calidad de vida. ¿Será?
Colaboración realizada por Mónica Miguel Cárdenas y equipo Revolución 5.0 Disruptive Labs. Si quieres conocer más al respecto, contáctanos al correo contact@disruptivelabs.mx o a nuestras redes @DisruptiveLabs, ¡con gusto te leemos!