Infodemia, el papel de las comunicaciones digitales.
Lejos están los días en que nuestra única fuente de información provenía de medios impresos y eléctricos. Antes, la información nos llegaba en forma de noticieros y programas de radio matutinos y nocturnos, y si queríamos información más a profundidad, teníamos artículos en periódicos y revistas.
Hoy contamos con un sin fin de dispositivos electrónicos conectados a internet, ahora la información nos llega diariamente en cualquier parte y a cualquier hora. Hoy los sucesos que pasan en el mundo se manifiestan en tiempo real, no hay noticia que pase desapercibida, parecía una buena idea poder estar enterados inmediatamente y así mantenernos al día. Sin embargo, mucho de algo no siempre es bueno, y es hasta peligroso.
A raíz de la pandemia por COVID-19, mucha información nos llega diariamente, pero no siempre de manera fiable, dando lugar a las infames “Fake News”. Si bien integramos a nuestro vocabulario nuevas palabras, como, epidemiología o resiliencia, ha llegado otra palabra, una que nos debe de preocupar y darle la atención merecida, esta palabra es: infodemia (el término se deriva de la unión entre la palabra información y la palabra epidemia).
La infodemia, como señaló la OMS (Organización Mundial de la Salud) puede matar y contribuir al desarrollo de patologías psicológicas, debido al exceso de información y fake news. La necesidad de estar informados, el fácil acceso a tecnologías digitales y el excesivo uso de smartphones contribuye a modificar los ciclos del sueño, afectaciones a la vista por el excesivo brillo de la pantalla, e incluso, problemas musculares por las posiciones antinaturales del cuello, manos y cabeza.
Por lo general, la mayoría de la información que se difunde en una infodemia tiende a ser falsa y exagerada, en perjuicio de las fuentes confiables de información que buscan ofrecer datos relevantes acerca de un tema en específico. Ante la rápida propagación de datos, por los medios de comunicación digitales y redes sociales, la inmediatez de difusión, la mayoría de las veces, se genera información carente de profundidad y verificación de veracidad de fuentes confiables o científicas que, aunado a la inexperiencia del público general, desencadena en desinformación.
Los rumores y el clickbait (ciberanzuelos sensacionalistas), suelen ser los principales insumos de la infodemia. Durante esta emergencia sanitaria, la propagación de noticias falsas dificultó la capacidad de contar con una respuesta efectiva, al crear confusión y desconfianza entre la gente.
La OMS aconseja que, del mismo modo que nos protegemos contra la COVID-19, mediante el lavado de manos, el distanciamiento social y el uso de mascarillas, podemos reducir la propagación de información errónea y desinformación, mediante la higiene informativa. Es decir, antes de transmitir información, preguntarse: “¿Cómo me hace sentir esta información? ¿Por qué voy a compartir esta información? ¿Cómo sé si esta información es cierta? ¿De dónde procede esta información? ¿Los planes de quién podría estar apoyando al distribuir esta información?”.
La OMS cuenta con un sitio en internet fiable para denunciar información errónea publicada en línea y también recomienda los sitios oficiales de salud en cada país. Si sabes que algo es falso, no confiable o molesto, no lo divulgues ni para desacreditarlo ni para burlarse. Eso no hace más que propagar información errónea y desinformación. Hagamos que las comunicaciones digitales contribuyan a un entorno positivo y sana convivencia.
Si quieres conocer más al respecto, contacta al equipo de Revolución 5.0 al correo contact@disruptivelabs.mx o a nuestras redes @DisruptiveLabs, ¡con gusto te leemos! Colaboración realizada por miembros del equipo de Disruptive Labs.